jueves, 19 de enero de 2012

Mensaje de los obispos

La Estrella de Panamá, 19 de enero de 2012
DEMETRIO OLACIREGUI Q.
 Monseñor José DomingoUlloa
El empeño del gobierno en negar la existencia de una crisis política, producto de la acción sistemática de Ricardo Martinelli para socavar la democracia y las instituciones del Estado, motivó a los obispos católicos a alzar su voz y advertir que el país está entrando en un escenario de regresión autoritaria. Temen por el porvenir de la democracia panameña y urgen porque se busquen consensos para reorientar el modo en que el gobierno entiende y hace política. Porque reconocen que es a través de la práctica política como se evita la confrontación.

En respuesta, en una extemporánea celebración del día de las madres en un barrio marginal, Martinelli repartió bolsas de comida, dos autos, una casa y espejismos populistas. Es su forma de hacer política, exacerbando el clientelismo.

Martinelli niega su intromisión en los Órganos del Estado, pero los obispos católicos demandaron una efectiva separación de poderes. Mientras la bancada oficialista, que controla la Asamblea Nacional de Diputados, posterga el debate de las reformas electorales, los obispos pidieron al Ejecutivo que deje libertad de acción para que se respete la voluntad soberana del pueblo que quiere perfeccionar su democracia. Esa voluntad está expresada en el resultado de los trabajos de la Comisión Nacional de Reformas Electorales.

Desde una perspectiva ética y religiosa, los obispos abogaron porque el gobierno ponga en práctica el uso del poder creativo, el que está dispuesto a escuchar, que concibe la política como la búsqueda del bien común, que promueve la participación ciudadana junto con instancias de fiscalización y control. El abuso del poder presidencial, pese a ser un instrumento constitucional, no hace más que dañar las instituciones, deslegitimar al gobierno y generar incertidumbre y desilusión en la ciudadanía. A menos institucionalidad, menos transparencia, menos democracia.

Los consensos a los que han llamado los obispos católicos, son para resolver los problemas más acuciantes del país tales como el alto costo de la vida, la extrema pobreza, la inseguridad ciudadana, la corrupción, la baja calidad de la educación y el abandono del sistema de salud pública. Los obispos ya habían pedido el año pasado al gobierno congelar los precios de la canasta básica.

Martinelli no puede pretender diseñar el país a su antojo, porque no es su empresa particular. Panamá es una empresa colectiva que no puede manejarse en base a caprichos y ambiciones desmesuradas. Ese estilo personalista, avasallador, está generando una respuesta simétrica de rechazo creciente. Eso ha dado como resultado la conformación de un Frente Nacional de Defensa de la Democracia.

Los obispos le han dicho a Martinelli que la acción sin el soporte de los principios y valores democráticos es una fuerza sin dirección, generadora de tensiones que comprometen las relaciones del colectivo social.

En democracia, no se promueven divisiones, se organizan los intereses en conflicto, se acercan posiciones, se identifican los puntos de encuentro. Eso es lo que permite al colectivo social allanar el camino del equilibrio, la tolerancia, el debate de ideas, el respeto mutuo, que es en definitiva la esencia de la democracia. Una democracia que garantiza la libertad de expresión sin que haya que atenerse a las consecuencias de ser perseguido, aterrorizado o despedido de su puesto de trabajo.

Sería conveniente para el país y para el futuro de su propio gobierno que Martinelli dejara a un lado su lucha permanente por conservar su derecho a las arbitrariedades y su irracional lógica del enfrentamiento. Aquello de que no hay marcha atrás, es recurrir a funestos precedentes. El cometido de Martinelli debería estar lejos de la acumulación desenfrenada del poder y cerca de la obtención de acuerdos básicos de Estado. Si lo que se quiere es preservar la paz y la estabilidad social que den sostenibilidad al crecimiento económico para enfrentar con voluntad política la reducción de la pobreza, hay que poner en práctica gestos, estilos y modos diferentes.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.





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