martes, 27 de marzo de 2012

Los cargos del Partido son para consolidar su institucionalidad



General Omar Torrijos Herrera
Creador e inspirador del PRD
 Los  compañeros del colectivo "Relevo Torrijista de San MIguelito y Más" compartimos el artículo "Los cargos del partido son para consolidar su institucionalidad", correspondiente al segmento Foros del portal LALÍNEA2.0. En ese camino hemos planteado siempre la necesidad de tener un Partido sin ataduras y orientador de la dirección del Gobierno Central y los Gobiernos Locales cuando los mismos correspondan a nuestro organismo político y por otro lado crítico y constructivo cuando otros partidos con conductas demagógicas detentan el poder para conducir a nuestra sociedad hacia políticas económicas concebidas por los Países hegemónicos.

Ya hemos vivido con un PRD que gobernó en dos ocasiones y hemos sido testigo del abandono en que fue sometido el Partido, uno más que otro, pero lo cierto es que como Institución no jugó un papel beligerante en el andar gubernamental. La institucionalidad se logra con independencia y participación en el rumbo del gobierno cuando estamos en el poder gubernamental. Cuando estamos en oposición debemos activar los organismos del Partido representativos de la sociedad para mantenerlos vigentes, analizando y proponiendo programas de mejoramiento y de cambios en búsqueda de una mayor justicia social. Los compromisos de campaña y sobre todo sobre los principios y conducta torrijistas solo se pueden pueden cumplir con un Partido fuerte estructuralmente y funcionalmente.

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El partido del proceso está supuesto a ser el torrente circulatorio que alimente al organismo político nacional - Omar Torrijos en “La Línea”



En este año 2012 nos abocamos al proceso de renovación de las estructuras de nuestro partido a todos los niveles, inmersos en una coyuntura política casi inédita en nuestro país. Decimos casi inédita, porque si hacemos una comparación de algunos aspectos y condiciones políticas que se dan hoy en día con lo sucedido en la década del 60 del siglo pasado en nuestro país, notaremos algunas similitudes.
 
Desde nuestra independencia en 1903 y hasta el año 1968, la casi totalidad de los partidos políticos fuerosolamente instrumentos electorales en que los clanes dominantes del poder económico y político se repartieron el ejercicio del gobierno con prácticas corruptas y en donde el nepotismo era la tónica normal.

Según comprobados estudios y testimonios, los procesos electorales eran simples períodos donde abundaba la descalificación del oponente y la formulación de múltiples promesas sin fundamento conformaban el día a día; en los cuales los fraudes y paquetazos de diversa índole eran la regla y no la excepción. Tal como los describió en 1970 el General Torrijos en su conocida carta al Senador Ted Kennedy “…no han sido más que sucesos episódicos que actualizan tiempos romanos de pan y circo, con la diferencia que estos sucesos han sido fuertes en circo y débiles en pan.”

Este denigrante panorama fue profundizándose hasta que hizo crisis en las elecciones del año 1968, en donde la pérdida de credibilidad de la clase política fue de tal magnitud, que las condiciones se prestaron para un rompimiento formal de la carcomida institucionalidad política.

Teniendo como referencia estos antecedentes, podemos entender mejor la dimensión de lo que está en juego y la gigantesca responsabilidad que recae sobre todos nosotros en la actualidad.

Tal como sucedía antes de 1968, la campaña electoral del año 2009 estuvo llena de descalificaciones, campañas negativas y cientos de promesas sin fundamento por parte del actual Presidente, fondeadas con una multimillonaria publicidad nunca antes vista en nuestro país, que llevaron a una gran parte de la población a creer en la maquillada imagen de un supuesto “cambio”.

Esta imagen artificial construida a base de millones en publicidad y una cuidadosa estrategia mediática y política, se ha desvanecido ante la realidad de un gobierno autoritario y corrupto, en el cual los dirigentes del régimen solo piensan en “el sonido de sus cajas registradoras” y pasan por alto las apremiantes necesidades del pueblo panameño.

Es por estas razones, entre otras, que tal como antes del año 1968, la credibilidad de la clase política en nuestro país cada vez se deteriora más, realidad a la que el PRD no escapa. No solo desde el punto de vista del PRD como opción electoral, sino como un partido político que pueda servir a los ciudadanos como referencia para la transformación de la sociedad y el mejoramiento del país.

La importancia del momento actual

Nos encontramos frente a una disyuntiva en la cual debemos dar un golpe de timón a nuestras actitudes para que de esa forma la percepción que la opinión pública tiene con respecto a las mismas, también varíe.

La consolidación del carácter permanente del partido, su institucionalización y la consecuente oferta electoral que se desprenda de esa labor, depende en gran parte de los dirigentes que tienen cargos en las estructuras partidarias. Si bien generalmente la población solo percibe la actuación de los candidatos y figuras públicas del partido, no es menos cierto que al tener una real institucionalidad partidaria, nuestro desempeño mejorará sustancialmente lo cual sería percibido por la ciudadanía como una señal de cambio positivo.

Debemos empezar con la elección de delegados al Congreso Nacional, quienes a su vez tienen la crucial responsabilidad de elegir al resto de las autoridades del partido. Las nóminas para delegados expresan diversas realidades, pero no podemos dejar de abstraernos de que muchas de ellas están conformadas por equipos de apoyo de precandidatos o autoridades locales en cada Corregimiento, Distrito o Circuito, sin excluir aquellas pequeñas nóminas conformadas por miembros del partido con un interés de participar activamente de la vida partidaria sin intereses personales inmediatos.

Independientemente del tipo de nómina a la que se pertenezca, lo importante es que tengamos clara nuestra responsabilidad como delegado del partido y que el voto que demos sea ponderado en función de lo que necesita nuestro partido en este momento para salir adelante, y que no se repita el triste caso de algunos delegados que en el pasado buscaban dádivas o favores como contraprestación de su voto. En este punto la reactivación de la labor de los delegados dentro de la vida permanente del partido (reuniones de base, de directivas de área de organización, seminarios, trabajo comunitario, etc.) es necesaria para que muchos de los delegados no perciban que solo son contactados por dirigentes y candidatos cuando hay elecciones.

Igualmente responsables debemos ser con la elección de las Juntas Directivas de Corregimiento, las cuales son la base de la estructura territorial del partido y que en muchos casos han estado inactivas de forma voluntaria o involuntaria y que son fundamentales para lograr conformar las ETC (núcleos de base) en todo el país.

Por su parte los delegados deben ponderar los atributos y trayectoria de los candidatos a miembros del Directorio Nacional, del CDN y del CEN. Esta coyuntura política en la que estamos, exige que el PRD demuestre que es la organización que puede renovar la credibilidad de los políticos panameños y que a través del Gobierno Nacional y los gobiernos locales, podremos llevar desarrollo, democracia y tranquilidad para toda la sociedad.

Si no tenemos clara la relación causa-efecto que tendrá la elección de una dirigencia comprometida con la institucionalidad del partido (y no con sus aspiraciones personales) con la posibilidad de una victoria electoral, las consecuencias pueden ser nefastas, no solo de perder una elección, sino de perder lo poco que queda de nuestro Estado de Derecho, democracia y libertades ciudadanas bajo este régimen autoritario.

Así como en el año 2009, la victoria electoral del actual gobierno fue posible en parte por los múltiples errores y debilidades del PRD, en el año 2014 también la situación interna del partido será determinante para la victoria. No serán suficientes los grandes errores y exabruptos que el actual gobierno está cometiendo para que la población panameña favorezca al PRD con un voto castigo contra el CD y sus aliados. El descrédito de la clase política en general es muy alto y dependiendo de nuestro desempeño ante la ciudadanía, así mismo seremos evaluados a la hora de votar.

Además existen otros 2 factores fundamentales que tendremos que enfrentar: la millonaria campaña publicitaria con la que el partido gobernante intentará replicar su éxito del 2009 (sumado al gasto publicitario en proyectos del gobierno, tal como sucedió en El Bebedero)  y la posibilidad ya advertida por diversas organizaciones (entre ellas  el Tribunal Electoral) de que las próximas elecciones puedan ser influenciadas o afectadas de alguna forma a favor del partido gobernante y sus aliados.

Recordemos que el descrédito y la crisis de la clase política en 1968 llevaron al rompimiento de la institucionalidad formal por parte de un ente externo como en aquél momento lo fue la Guardia Nacional; pero igualmente recordemos que el descrédito y crisis política fue el argumento que utilizó Fujimori en Perú para dar un autogolpe de Estado y revertir la institucionalidad de ese país para alinearla a favor de su gobierno autoritario y populista. Ese mismo tipo de descrédito fue explotado por el candidato Martinelli para ganar las elecciones del 2009, y puede ser utilizado por alguno de los miembros del actual régimen para intentar una maniobra de este tipo ante el aumento del rechazo popular a su gestión.

Frente a estas graves posibilidades, el PRD y su dirigencia deben erguirse ante la opinión pública como referentes de la institucionalidad democrática del país, lo cual no se logrará si los puestos de dirección política del partido están en función de pre-candidaturas y no en función del trabajo político profundo que la actual coyuntura requiere.

Esto no quiere decir que dejemos las aspiraciones político-electorales a un lado, simplemente plantea que, por una parte los cargos de dirección política del partido deben estar a la altura de las circunstancias que vivimos, fortaleciendo el partido como un todo, y que por la otra los candidatos y precandidatos se puedan dedicar a sus labores proselitistas, colaborando activamente para este desempeño institucional.

Una propuesta específica

Entre muchas de las posibles opciones que tenemos para hacer de esta renovación un proceso con resultados positivos, está la de iniciar una campaña para exigir como un compromiso ético, que todas las personas que se postulen este año para cargos de dirección dentro del partido, sobre todo los miembros del CDN y del CEN, asuman el compromiso público de dedicación exclusiva de su trabajo político hacia la institucionalidad del partido, y en consecuencia que no aspiren a cargos de elección ni puestos de relevancia en el gobierno a partir del año 2014.

Sin duda esta iniciativa no es la panacea para enrumbar el partido hacia su institucionalización, pero es un primer paso factible y efectivo que todos podemos ayudar a realizar con nuestro voto en la elección de delegados y a su vez los delegados a la hora de elegir al resto de cargos de dirección del partido.

En un principio puede parecer que nuestra voz no tiene oportunidad de ser escuchada, pero al respecto ya lo dijo el General Torrijos: En ningún momento caigan en el error de pensar que algunas de sus tareas o misiones son de poca importancia. Un modesto granito de arena, un solo milímetro en la correcta dirección histórica, es un avance mil veces mayor que un metro en la dirección opuesta…del objetivo final al que apuntamos.”

En los últimos 15 años tuvimos la experiencia de tener a muchos dirigentes del partido, que estando en oposición utilizaron  su puesto para favorecer  aspiraciones y candidaturas, ocurriendo que al lograr ser elegidos o nombrados en el Gobierno, dejaron su labor partidaria en segundo plano, lo cual ha contribuido con la tendencia de falta de vida permanente, deliberación y capacitación, penetrando cada vez más prácticas clientelistas entre nosotros. Esta tendencia debe ser revertida, siendo que a partir de este año hemos de optar por otro modelo de gestión partidaria, que se inicia con personas dedicadas a trabajar por la institucionalidad del partido y que no tengan como objetivo sus aspiraciones personales.

Si en 2 ocasiones pasadas, esta fórmula en el corto plazo permitió ganar las elecciones, en el largo plazo fue minando nuestra institucionalidad y el compromiso de muchos miembros del partido con el ideario Torrijista, cuyos efectos estamos viviendo hoy en día. No nos equivoquemos como en el año 2009; la realidad socio política de hoy en día exige una renovación institucional real del PRD para ganar nuevamente el apoyo del pueblo panameño.

Si tenemos la capacidad de demostrar que nuestra renovación consolida la institucionalidad interna del partido, esta será una prueba más que contundente para la ciudadanía, de que una parte importante de nuestra propuesta para el 2014 es precisamente, la defensa de la institucionalidad democrática del país y que así como en el PRD no estamos bajo el control de “figuras” ni “hombres fuertes” que solo buscan el beneficio personal propio y de sus allegados, tampoco propiciaremos ni permitiremos ese tipo de actuaciones en el ejercicio del gobierno. ¿Qué mejor carta de presentación electoral que esta?

Eso sí, estas personas que sean elegidas como dirigentes del partido, tienen además el compromiso ético de objetividad e imparcialidad frente a los precandidatos a puestos de elección en nuestras primarias y de brindar total apoyo a los compañeros que sean elegidos en esas primarias como candidatos del partido para el 2014. 

Esta propuesta puede constituir un punto de partida concreto (objetivo intermedio) para que el PRD asuma la gran responsabilidad que tiene ante la Nación panameña y el legado Torrijista. Como lo dijo el propio Omar Tiro la línea, camino y los espero allá. Los objetivos intermedios, y la forma de realizarlos, los determinan ustedes. Ellos deben de conducir al país hacia el objetivo final. Allí los espero, en posición de firme y con un patriótico saludo militar”.

Esta es nuestra misión de doble finalidad: la primera de luces cortas, pero crucial para salvar nuestro Estado de Derecho y nuestra endeble democracia, es alcanzar la victoria electoral en el año 2014 para, desde el gobierno, reorientar el país hacia el sendero de desarrollo humano para todos los panameños; y la segunda finalidad de luces largas, consolidar nuestro partido como un instrumento permanente de referencia y respeto no solo para toda la clase política sino también para toda la Nación panameña.


Jorge Rivera Staff

26 de marzo de 2012







 
 
 

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