sábado, 15 de octubre de 2011

Un escrito para los perredistas de corazón

Ingeniero Mario Rognoni
El presente artículo fue escrito por el Ing. Mario Rognoni y lo mantuve en mis archivos por considerarlo de reflexión para el perredista en  general y  los jóvenes perredistas en particular. Hoy cobra singular importancia por la evidente vuelta al torrijismo como única solución al desarrrollo con equidad. Por ello con la benevolencia de Don  Mario Rognoni lo reeditamos en este órgano de divulgación Torrijista.  

 Advertencia: El siguiente escrito está dirigido a un PRD, si no lo has sido nunca lo puedes leer bajo tu propio riesgo.
  Los partidos, como los países, como las instituciones, se forjan con el tiempo, creando una historia repleta de anécdotas, héroes y villanos, leyendas y legados.

El Partido Revolucionario Democrático (PRD) nació con historia, porque al nacer en marzo de 1979 ya traía la riqueza de la historia de un proceso revolucionario de cambios, ya traía figuras imborrables en la historia como Omar Torrijos Herrera, ya traía un legado nacionalista por la lucha por el Canal y la soberanía, ya traía todo un archivo de conquistas sociales por al Código de Trabajo, la Reforma Agraria, las Leyes de Vivienda, la creación de la Digedecom, y tantas otras reivindicaciones sociales. El PRD nació adulto.
Nunca se tuvo una escuela de cuadros, pero el estilo torrijista, con su patrullaje doméstico, nos educó a todos, aprendiendo en el sitio los problemas y condiciones de nuestros hermanos panameños más necesitados.

Con Omar habíamos descubierto que el país es más que la capital, que las provincias eran más que las cabeceras, que el panameño era más que el negro, el cholo, el blanco, el mestizo, teníamos igualmente cantidades de etnias indígenas. El país en que la oligarquía había reducido a nuestros antepasados indígenas a Guaymies, Chocoes y Kunas, ahora aprendimos que había Emberá, Wounnan, Gnöbe y tantas otras tribus. Nuestro partido creó las comarcas, legalizó sus tierras y derechos.
El PRD nació orgulloso. Al inscribirte en el partido corría por todas tus venas la historia que el partido ya traía. Era como recibir una transfusión de nacionalismo, de conciencia social, de justicia y equidad. Te sumabas a los miles que habían hecho posible la transformación y modernización del Estado panameño.
No fue accidental que los colores adoptados por el partido fuesen los colores patrios. El PRD era Patria. Era el vehículo para que tus inquietudes por un mejor Panamá, tus inquietudes por un Panamá justo, pudieras encaminarlas y desarrollarlas.

La oposición nunca entendió al PRD. Lo confundió con un apéndice del militarismo, como una extensión de la dictadura. No vio que el PRD era la expresión de toda una generación que aspiraba a cambios, una generación que no aceptaría que fuese la oligarquía y el dinero los que determinaran los destinos del país, una generación nacida de la revolución del talento liderada por un veragüense que apostó a la capacidad y el talento sobre riquezas y ostentaciones.

Por eso el PRD sobrevive una invasión, por eso el PRD, con esa fuerza y orgullo de sus miembros, gana las elecciones de 1994. Por eso el PRD y los perredés cautivan a toda una juventud en el 2004 ganando las elecciones.

La fuerza del PRD está en su génesis, está en su historia, está en los logros y luchas por cambios de cuarenta años.

Decía Omar, "bien pendejos son si se dejan quitar sus conquistas". Bien pendejos seríamos si no sabemos inyectarle al miembro del partido de hoy la sangre del partido de ayer. Si no sabemos recordar para educar, educar para fortalecer y crecer.

No es achicopalarnos por lo que no hemos hecho, es crecernos por todo lo hecho, es, orgullosamente, saber lo que es y significa ser PRD hoy, como ayer.

-El autor es ingeniero y analista político. marognoni@cwpanama.net


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